El Hostal Carreño, también conocido como «la casa que nunca duerme», cierra hoy sus puertas.
Después de 22 años y 19 inquilinos, ha llegado el momento de cerrar una etapa y dar paso a una nueva vida.
Y como en el típico vídeo de película en el que los protagonistas repasan recuerdos, ahora, entre cajas y mudanceros, veo pasar millones de anécdotas y momentos que forman parte de lo que soy hoy. Porque si alguien me conoce al 100%, sin duda es esta casa!!
Entre estas paredes todavía están ELLOS y una cantidad infinita de recuerdos que no me apetece tanto compartir y me quedo para mí.
Pero esta casa también ha visto a 3 niñas construyendo casas para sus pin y pon, horas eternas de Monopoly para aliviar los nervios las noches de Reyes, y compartiendo cama entre risas y confidencias. Ha visto deberes del cole hechos por teléfono, yogures con el nombre puesto en la tapa para que no se los comiese quién no debía, y sofás con sitios asignados. Ha visto juegos de memoria y gymcanas en las que 20 picos podían hacerte perder.
Y después, a muchas niñas crecer. Una aprendiendo a coser, otras celebrando su carnet de conducir, otras estudiando en habitaciones separadas…
En esta casa se han vivido invasiones adolescentes, familiares, erasmus y guineanas. Noches de «escapada» nocturna a Elite night, patatas debajo de la alfombra y guerras de chuches. La llegada de los más pequeños de la familia, amores que surgían, que se acababan y parejas que se han ido consolidando. Cuarentenas los domingos, turnos en pijama para poner el parkímetro, bailes con portés e imitaciones de Fito con micrófono incluído, traslado de colchones al salón en mitad de la noche, y hasta nos ha visto a más de una entrar boca abajo en el portal o llevarnos algún tartazo. Noches y tardes de Reyes, árboles de Navidad que iban y volvían en un mismo día, bolas fabricadas y feísimas, galletas navideñas personalizadas y muchos más Christmas de los que podía imaginar. Robos y palomas en el garaje, un aire acondicionado que soltaba plumas, taconeo de la vecina que siempre será una incógnita, reuniones «oenegeras», bromas telefónicas a compañeros del cole e invasión de un cuarto para «supervisar» a una accidentada.
Esta casa ha visto una mesa de cristal sin cristal, vasos en los que todo sabe mejor, millones de calcetines que se tragaba la lavadora, noches de San Juan en la terraza, plagas de «cuquis», lámparas que parecían sacadas de una película de Tim Burton, y saltos en el sofá para ablandar los cojines. Un portero que nunca ha sabido muy bien quién vivía aquí de verdad y quién no, y una administradora que taladraba el timbre mientras nosotras nos reíamos desde el sofá.
En el 1º F de fiesta, fantástica, felicidad, foca, furcia, femenina, fácil, feo, frontal, fabulosa, fascinante… nos hemos cansado de ver Harry Potter, Sonrisas y lágrimas, y Prácticamente Magia. Hemos financiado al Burguer, Foster y Telepizza durante muchos años. Hemos tocado la gaita hasta dejarla sin pilas. Nos hemos «boliteado» sin descanso. Y hemos jugado tanto a juegos de mesa que hasta nos hemos inventado reglas nuevas.
En esta casa hemos vivido despedidas y reencuentros, ausencias y vacíos irreemplazables, y hemos recibido las peores noticias. ¡Pero también hemos celebrado muchas fiestas sorpresa, temáticas, de disfraces, de nochevieja y hasta de largo!
Entre estas paredes se esconden historias contadas entre pitis en la terraza, motes para que los vecinos no nos reconocieran en los cotilleos, desahogos por turnos de habitación en habitación e incluso infinitas noches de jueves.
Esta casa ha sido excusa y refugio para mucha gente. Ha sido HOGAR.
Aquí se quedan millones de lágrimas, ilusiones, miedos, risas, dolores, hobbies, tradiciones, cambios, aprendizaje, bailes, juegos, dudas… horas sin dormir, horas asomada a la ventana del salón de madrugada…
Ayer D.Esquerdo 114 1ºF tuvo la mejor despedida que podía tener; visita sorpresa y cena de burguer con las mejores amigas y compañeras en un viaje de 22 años que ha supuesto tanto para todas. No podía ser de otra manera. Siempre juntas y siempre fieles a nuestra historia.
Me quedo tranquila. Hasta las nuevas generaciones han conocido ya esta casa que hoy dejo con sabor agridulce. Pero totalmente convencida de que lo que me tenía que llevar se viene conmigo.
El Hostal Carreño, también conocido como «la casa que nunca duerme», cierra hoy sus puertas.
Pero como muy bien me recordaron; #ElHogarEsDondeEstesTu
Llorando me he quedado…
Hostal Carreños ha supuesto muchas cosas para nosotras, pero sé que el proximo Gran Hotel Carreño nos seguira trayendo cosas increibles!
Hasta siempre 114!
Yo tengo también mis recuerdos de esa casa y, en ellos, dos personas maravillosas, Antonio y Pilar, Pilar y Antonio. Recuerdo una tienda clandestina de ropa de niños con vestiditos preciosos de nido de abeja y telas de liberty, el buen gusto y la ilusión que Pilar ponía en que todos los niños fueran como principitos, peinados y repeinados, cargados de lacitos y tiras bordadas. Recuerdo los momentos felices que pasé compartiendo charlas con los dos mientras me hacía con un arsenal de vestiditos para Natalia, ropita que guardo como oro en paño, y nunca mejor dicho.
Millones de besos a esa niña a la que adoraban y que emprende una nueva vida.
Esa casa que ha sido mejor que un hotel. Siempre tan atenta con que estuviera cómoda las veces que me has recibido! Me has emocionado con tu despedida!! Gracias siempre Ale!! Que seas muy feliz en tu nuevo hogar.