Guinea. Capítulo 9 «Aprendizaje y EQUIPO»

¡¡Aprendizaje!!

Así es como describiría los últimos días que pasamos en Guinea aquél julio de 2012. Después de los accidentes múltiples del fin de semana, la vida seguía en el colegio y nosotros debíamos dar el 100% de nosotros mismos por esos niños que no tenían culpa de nada, y por unos profesores que nos habían abierto las puertas de “su casa” con cariño  y confianza. Teníamos que seguir dando clases, terminar talleres, preparar exámenes, corregir, pasar notas, y despedirnos cómo se merecían.

(305)

Así que, aunque el miedo nos atenazaba en muchas ocasiones porque no sabíamos cómo íbamos a salir de aquella situación y las consecuencias que había tenido, y el agobio a alguno nos impidió dormir o comer durante varios días… seguimos hacia adelante con todas nuestras ganas y con la mejor de nuestras sonrisas.

Y ahí, en mitad de lo que podría haber sido una pesadilla de semana, nos convertimos en EQUIPO!! La preocupación que debía ser de dos se convirtió en la de muchos, sacábamos tiempo hasta de debajo de las piedras por cubrir las clases de los que no podían darlas, nos mirábamos más a los ojos y los abrazos se hacían más frecuentes. Las conversaciones alcanzaron otro nivel de profundidad, lo que afectaba a uno afectaba al resto en la misma medida, los detalles se sucedían a lo largo de los días con tal de sacar sonrisas, y el humor y las bromas se convirtieron en nuestro mayor arma. De repente, el contacto físico pasó a ser necesario para SENTIR al otro a nuestro lado. Y creo que puedo hablar por dos si digo que en aquellos días sentimos cómo una red se formaba debajo de nosotros para no dejarnos caer.

(312)

Entendí y sentí a flor de piel lo que era CONFIAR, estar para la bueno y para lo malo. Aprendí a ser más consecuente con mis decisiones, a pensar por 16 y no por una antes de tomar la siguiente…  Respiraba “complicidad”, sabía que éramos EQUIPO, que lo que no podía uno lo podía el otro,  y estaba dispuesta a lanzarme a la piscina con los ojos cerrados y no lavarme las manos por comodidad o por estar más tranquila.

Pero no sólo aprendí sobre mis límites, sobre lo que estaba cambiando yo y lo que era capaz de hacer, o lo que tenía que seguir aprendiendo y no iba a volver a repetir en ocasiones posteriores… también descubrí a un grupo de personas increíbles con las que algo me unirá para siempre, ya que nadie que no estuviera allí esos días podrá nunca entender la magnitud de lo que pasó esa última semana. Descubrí a grandes amigos… que aunque lejos (o no tanto), están!!!

Pero sobre todo descubrí a 3 desconocidas con las que hasta entonces sólo había compartido 2 semanas de aventura, y que sin embargo, desde ese momento, se han convertido en el significado absoluto de la AMISTAD INCONDICIONAL. Con ellas adquiere sentido en cada letra… porque me hicieron ser más yo, me hicieron sacar lo mejor que tenía y quedarme con lo bueno, haciéndome disfrutar hasta en los momentos de más agobio. Hicieron que lo que podía haber sido un final agridulce, fuera una semana llena de emociones y unión que aún hoy dura… y de la que no tengo la más mínima duda. Fueron Y SON siempre una recarga total de energía.

(255)

Podría describir más anécdotas graciosas y bonitas de esos días (el robo de una cámara de vídeo que nos hizo entrar en una habitación como si fuéramos 007 con espías en el pasillo, la adicción repentina al chocolate, un elefante con significado que desde entonces siempre me acompaña, compras de ropa africana, misas con coro, clases emocionantes sobre “valores” que nos hicieron pensar a todos, últimas representaciones, camisetas con mensaje…) Pero la verdad es que nuestro tiempo en Guinea se acababa. Teníamos dos cumpleaños por celebrar y una noche en Malabo que no sabíamos qué depararía.

Nuestra última tarde/noche en Bata la pasamos en la playa de Bome, a la que llegamos en unos taxis que no sabíamos muy bien si nos estaban llevando a donde realmente queríamos ir. Nos dimos un bañito (en el que como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta que tengo imán para que me pique cualquier tipo de bicho, me picó una medusa!!) y después disfrutamos de un señor cenón por todo lo alto con algunos profesores que se habían apuntado a nuestro plan. Nereida sopló sus velas y recibió regalos con mucho significado (tititititi) entre globos, fotos y muchas, muchas risas!! Y después nos echamos unos bailes siempre guiados por el ritmo indiscutible de Jesús, descubrimos la faceta DJ de Torrente, Belén se tiró desde una silla para ahogo de muchas, nos dimos algún paseo por la playa con persecución de perros asesinos incluida y nos tumbamos a hablar y disfrutar de no hacer nada más que estar juntos hasta que el sueño se empezó a apoderar de nosotros. En ese momento pusimos rumbo de vuelta a casa escuchando de fondo la banda sonora del móvil de Jesús (canción fundamental: Don Diablo).

(362)

Al día siguiente, después de recoger y despedirnos nos dirigimos al aeropuerto en compañía del Padre Willy, con quién nos comprometimos y a quién hicimos una promesa que tardaríamos un año en cumplir del todo. Por un momento llegué a pensar que abandonábamos en tierra a Jaime, que mientras los demás íbamos al aeropuerto decidió que todavía tenía tiempo para una ducha y un último paseo por Bata. Pero finalmente llegó cuando ya estábamos andando por la pista de camino al avión. Un avión en el que él no paraba de planear con Jesús lo que haríamos ese verano y yo pasaba un frío pelón con Alviro pidiendo mantas en un idioma que claramente no era en el que nos queríamos comunicar.

(395)

Después de 3 semanas, creo que de las más intensas de mi vida, dejábamos la península para pasar nuestra última noche en Malabo, dónde ya lejos de toda responsabilidad decidimos salir como si no lo hubiéramos hecho en años. Quien quiera más detalles que nos pregunte a María y a mí que sin duda fuimos las más serias y responsables; conseguimos bebida y papel higiénico para todo el grupo, hicimos nuevos amigos, disfrutamos viendo a Torrente huir de múltiples acosadoras, bailamos hasta el agotamiento delante del espejo como dos guineanas más, hicimos confesiones con las que no contábamos, y yo hasta decidí ser generosa y regalar en el último momento el móvil que Borja me había prestado a algún guineano. (Para quién no pille mi tono: IRONÍA TODO!!)

El vuelo de vuelta, en el que Pati cumplía años celebrándolo con una visita a cabina, para mí fue devastador. Sólo recuerdo el APOYO “literal” en grandes amigos, manos entrelazadas y una frase que no fui la única en pronunciar: “No quiero volver”.

Tanto fue así que algunos de los no madrileños decidieron quedarse una noche más en Madrid con tal de poder reunirnos y comer todos juntos por última vez. Una comida a la que fuimos vestidos ya como personas normales y limpias, en la que se podían ver cajas de malarone encima de la mesa, y ordenadores que recopilaban fotos y vídeos. Pero que para nosotros fue, sobre todo, un momento más EN FAMILIA! =)

645

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s