Llevo mucho tiempo queriendo escribir esta entrada, y al final lo voy dejando y dejando y no termino de hacerlo. Pero por fin me he puesto manos a la obra, así que espero que merezca la pena!!
Hace 5 años, en el primer congreso de «Lo que de verdad importa» al que fui, escuché, entre otros, el testimonio de Jaume Sanllorente. No voy a contar nada de él porque, para quién no le conozca todavía, lo especial es descubrirle por uno mismo… =) Pero sí puedo decir que cuando salí de aquél congreso, me lancé como una loca a leer su primer libro «Sonrisas de Bombay» y me quedé completamente conmocionada. Puedo decir, pese a parecer exagerada, que me cambió la vida. Sentí que me desafiaban y me lancé a «pintar mi trocito de muro» de la mejor manera que encontré en aquel momento… ayudando. Empecé a trabajar como voluntaria en ADEMAS Proyectos Solidarios, empresa que organizaba los congresos (pero eso es otra larga y bonita historia, que ya tendrá su momento). 4 años después me fui con mi amiga Ale a La India, aprovechando las vacaciones de verano, y fuimos a visitar SONRISAS DE BOMBAY, la ONG que Jaume fundó allí. Y pocos meses después, contaba los días para que saliera su tercer libro «El poder de las sonrisas», que devoré en una tarde y del que no pude marcar más páginas.
Hoy quiero compartir con quién lo lea todas las líneas que me hicieron pensar, ya desde el prólogo que le escribe Alex Rovira, y que aún hoy me siguen emocionando y removiendo por dentro, y os «desafío» (como me sentí yo) a coger vuestro pincel y empezar a pintar.
«Nos pasamos la vida lamentándonos del mundo, diciendo que va mal y criticándolo, pero a menudo nos olvidamos que nosotros somos una parte de ese mismo mundo. Empecemos a cambiar nosotros y una parte del mundo ya habrá cambiado. Es igual que tener antes nosotros un muro de color negro y quejarnos de que es oscuro, cuando en nuestras propias manos tenemos un bote de pintura blanca y un pequeño pincel. Tal vez no podamos pintar con ese botecito todo el muro, pero sí que accederemos a pintar una parte de él. Si cada uno aporta lo suyo pintando la parte que le corresponde o la que buenamente puede hacer, el muro, al final, será de color blanco.»
«No hay opacidad o falta de luz en el alma de la gente buena -que es la inmensa mayoría-, sino que a menudo está ensombrecida involuntariamente por el ritmo frenético del día a día que, de alguna manera, silencia nuestra música y opaca nuestra luz.»
«Creo que eso es en la vida uno de los mayores trucos para obtener la felicidad: saber que lo que hacemos puede incidir siempre en los demás de forma positiva. ¿Quién nos ha disfrutado preparando una sorpresa para alguien especial? A veces disfruta más el que prepara la sorpresa que el que la recibe, porque, cuando se actúa por los demás y para los demás, se fortalecen los cimientos de lo que somos: ciudadanos del mundo cuya finalidad es hacer el bien.»
«Es bueno advertir, pero jamás infundiendo desánimo y freno. Debemos apoyar los sueños y proyectos de aquellos que amamos, aunque no siempre los compartamos. Porque si uno ama, también cree y confía y, por lo tanto, debe ser coherente y consecuente con esa confianza. Si no, es que no ama de verdad.»
«Poderte ir sabiendo que la vida de al menos una sola persona ha sido mejor gracias a tu existencia, es una recompensa que vence cualquier miedo. Y creo que eso es lo que deberíamos pensar siempre. […] Cuando se tiene conciencia de que en cualquier momento te puedes ir para siempre y de que aquellos pueden ser tus últimos minutos, te esfuerzas por vivir al máximo, sin tapujos innecesarios. Y te entregas a la importancia de la generosidad y a la libertad de hacer en todo momento lo que te dicta el corazón y la inteligencia de este.»
«A veces en la vida es bueno perderse para luego encontrarse con más fuerza.»
«Sólo quiero darte las gracias, nada más: gracias por mostrarnos que las utopías son posibles. Que el optimismo y el coraje dan sus frutos. Que la bondad no es ingenuidad ni estupidez sino lo contrario: arrojo, propósito y sentido. Gracias por mostrarnos que a pesar de todo la vida, nuestra vida, merece la pena si y sólo si hacemos algo útil para los demás, cada cuál a su manera, con lo que tenemos a mano, que es mucho más de lo que creemos. Gracias por recordarnos que la felicidad consiste en hacer felices a los demás. Gracias por combinar la ternura con el coraje y por poder compartir con nuestros hijos una visión diferente de la vida y del mundo.» -Alex Rovira-
Y yo me sumo a ese agradecimiento, sin poder añadir nada más porque me parece perfecto.
No puedo sentirme más afortunada de haberte conocido, de haber conocido tu historia, haber visto Sonrisas de Bombay en persona y parte de vuestros proyectos, y sobre todo, de haber encontrado un camino en tus libros. Siempre, un abrazo (que nos gustan más).