«Es la historia paralela, la que nunca se llega a descubrir del todo, siempre al lado de la historia oficial… por Nereida Ordovás =)
Escribo con muchísimo retraso esta “Crónica de un reencuentro”, aunque por supuesto no con menos ganas. Parece que nos hubiéramos reencontrado ayer, y fue hace ya casi un mes. Claro, que también siento como si hubiese sido ayer que estábamos sentadas en los bancos de madera fuera de nuestra casa en Bata, Guinea Ecuatorial, y siempre rodeadas de niños.
Siempre que nos juntamos, y no son muchas las veces, por desgracia, que podemos vernos, me vienen a la mente mil recuerdos que se manifiestan en forma de olores, sensaciones, escenas, y sobre todo, muchas risas.
Me vienen a la mente los fuertes olores, mezclas de pescado, especias, sandalias de piel de segunda mano, telas. Una tarde en el mercadillo de Bata. Luces, relojes falsos, gritos anunciando gangas, tallas de madera.
También recuerdo el olor de la tierra mojada esas tardes de lluvia, con la linterna en la cabeza intentando corregir exámenes o preparar las clases del día siguiente. Escondernos detrás de la casa para fumar rápidamente sin que los niños nos vieran, o intercambiar algún cotilleo.
El rumor de las risas cuando volvíamos después de cenar es el sonido que más se repite. O aquel “¡silencio!” de Miguel a las 9 de la mañana, cuando todos los niños se ponían en formación frente al colegio, antes de escuchar el himno de Guinea y rezar el obligatorio Padrenuestro bajo un sol de justicia. Aquel “¡silencio!” que a nosotras tanto nos recordaba al “¡Se sienten coño!”. Por la entonación, más que nada.
Además me vienen a la memoria, haciendo este ejercicio de lo que significa para mí este reencuentro, los llamativos e imposibles colores naranjas del traje africano que Jesús se hizo diseñar por un costurero del mercado, amigo de la cocinera del colegio, la prima del Padre Willy. Pienso también en qué habrá sido de ella. Ella, que era –o quería ser- tan independiente, y que con casi treinta años no estaba casada ni quería estarlo, algo absolutamente extraño en la cultura africana.
Espero que tú, Ale, que tienes la suerte de volver este año, te documentes bien y nos informe de cómo han evolucionado las vidas de todas las personas que conocimos y que tuvimos que dejar atrás. Sobre todo de nuestros vecinos Buenaventura, Fructuoso, Benjamín, y toda su familia. Que eran tantos que no me puedo acordar de todos los nombres. Pero sobre todo de Mi Buenaventura, al que me moriría por volver a ver.
Lo que más me gusta de estos reencuentros, de cada reencuentro, es que aunque recordemos todo lo pasado, siempre se descubre algo que no sabíamos que ocurrió. Siempre. Algo detrás de toda la superficie. Porque lo hay, y no siempre somos tan afortunados como para darnos cuenta. En esas cenas, conversaciones bajo la luna, o excursiones en la selva. Es la historia paralela, la que nunca se llega a descubrir del todo, siempre al lado de la “historia oficial”, y que demuestra cómo los hechos nunca son los que son, ni son fijos, sino que se transforman con las palabras y con el paso del tiempo.»
Cuenta con ello Nere!!! Os pondré al día de todo y os voy a echar infinitamente de menos!!!!!! Muchas muchas gracias por los ratitos compartidos, y por esta última noche que nos hemos visto que me hizo tanto bien… Estar contigo es como recargar las pilas y llenarme de buen rollo y me siento absolutamente cómoda hablando de todo y descubriendo esas historias paralelas pero tan especiales y que nos hacen tan NOSOTRAS. =)
jejejeje