Hace ya algunos años una persona muy querida me dedicó un libro diciéndome que le gustaba mi mezcla de responsabilidad y locura.
No sé si fue consciente entonces de lo que me descubría y de lo mucho que, desde ese momento, he usado su frase para describirme a mí misma.

Pero la verdad es que quién me conozca sabe que es una buena radiografía…
Por norma general mi parte responsable tiene un peso mucho más grande. A veces, incluso, me ahoga.
Sin embargo, de las veces en que la locura puede más apenas me doy cuenta. Pasa poco y demasiado rápido…
Últimamente la responsabilidad está adoptando un papel demasiado protagonista, y siento que llevo una época LARGA exigiéndome demasiado, diciendo que sí a muchas más cosas de las que puedo abarcar, y productivizando hasta mi tiempo libre… y estoy CANSADA!!!
Así que hace un par de días, cuando la locura tomó el poder, sentí un latigazo de libertad y un impulso al que tengo muchas ganas de aferrarme.
Ya habíamos salido del South Summit y estábamos de camino a casa con Ana, mi compi de trabajo, cuando me llegó un mensaje de otra persona también muy querida; «estoy en los micros, que me toca dar la chapa ahora».
Parada en seco.
Sentí como una sacudida de electricidad que se me debió notar en la cara porque Ana me preguntó; ¿quieres volver?
Estaba con bastante dolor de cabeza (migraña asomando), agotada, y llevaba un tiempo enfadada/dolida con el prota de la charla, así que la Ale racional no hubiera vuelto…
Pudo más el impulso.
Así que nos separamos ahí, Ana volvió a casa y yo fui en busca de la sala correspondiente para verme 15min después escuchando una charla en inglés sobre un tema del que ni siquiera sabía que iban a hablar. Me gustó, la verdad, aunque se me hizo muy corta.
Pero, si soy sincera, lo que estuve pensando la mayor parte del tiempo fue lo rápido que se me pasan los enfados y las ganas que tenía de que acabara para cobrarme un abrazo que lleva demasiado tiempo en deuda.
La logística del evento no puso fácil el encuentro, así que con mucha pena me fui sin mi abrazo.
Pero con una sensación muy liberadora y últimamente no tan familiar, al haberme dejado llevar por lo que sentía y no por lo que me decía la cabeza (la cual, por cierto, luego me hizo notar con creces su disconformidad con mi impulso).
Creo que esta guerrilla entre mis dos polaridades va a seguir siempre conmigo y no me lo va a poner particularmente fácil.
Me tocará decidir a cuál de las dos doy más poder y espacio…