Estimada Clara Etayo,
Me complace informarle de que hoy hace 5 años que vivimos juntas ¡¡oficialmente!! Hubo unos meses previos que nunca contamos porque luego te diste cuenta de que si te ibas a Nueva York estarías más cerca de tu JOHN y me abandonaste. No pasa nada, siempre he sabido que le querías a él más que a mí y he aprendido a vivir con ello… Menos mal que luego te diste cuenta de que lo vuestro era más bonito si lo manteníais como algo platónico y decidiste volver a nuestro HOME, SWEET HOME. O como meses más tarde lo bautizaste: «la casa que nunca duerme».
He estado pensando como hacer para felicitarnos este día, y aunque podría dedicarte líneas y líneas hablando sobre lo feliz que me ha hecho y hace compartir piso contigo, lo mucho que nos queremos y lo GRANDIOSA (sí sí, no grandísima porque es más) amiga que eres… La verdad es que me he cansado de escribir en plan moña (cursi, nostálgica, hipersensible). Que sí, lo soy, todos lo sabemos y a mucha honra además. Pero esta vez he preferido cambiar el tono y quedarme con los momentos infinitos de risa que hemos compartido. Así que para homenajearnos, voy a hacer un repaso sobre algunas de esas cosas que han marcado nuestra convivencia.
Siéntate y disfruta…
– La primera anécdota que me viene a la cabeza (por la cantidad de veces que lo hemos contado, por lo que nos hemos podido reír después y porque pasó cuando acababas de llegar) es la desaparición del cristal de la mesa del salón. Para quien no lo sepa, mi delgadísima y recientísima compañera de piso se enganchó con la alfombra y cayó hacia atrás, quedándose encajada en mitad de una mesa que tiene un cristal que obviamente se partió en mil pedazos debajo de ella. Gracias a Dios, a lo poco que pesa, y a que no estaba sola… apenas se hizo nada y pudo salir de ahí, aunque el susto no se lo quitaba nadie. Lo mejor de todo es que mientras ella lloraba angustiada por cómo me lo iba a decir y me esperaba, yo estaba de fiesta por ahí. Uno de esos días que dices «nada, hoy me tomo una copa y a casa». Sí sí… Creo que eran las 7am cuando entraba por la puerta y por cosas del destino, ya que normalmente voy directa a mi cuarto, ese día decidí ir al salón. Mis muchas copas de más y yo nos sentamos delante de la famosa mesa y lo único que pude pensar fue «Madre mía, qué mal voy que ni veo el cristal». Pocos minutos después me di cuenta de que no era yo, sino que realmente no había cristal!!! Clara se despertó, me contó todo, y como es de suponer, del propio susto digerí las copas del tirón!!! Lo que no se si sabías Clarita es que HAY FOTO de esa época, mientras esperábamos a que el seguro (que descubrí gracias a ti) nos trajera un cristal nuevo.
Después de eso llegaron la freidora encendida durante todo un día, la aparición de tus llaves en el portal…
– Poco tiempo después pusimos a prueba, sin intención previa, tu paciencia infinita y maravilloso carácter. Era mi año sabático y pasaba muuuucho tiempo en Maloneys, con Ale, Pilo, Víctor… (Malas influencias!! jajaja) Y ese día decidimos cerrar el bar e irnos todo el equipo al completo a tomar la última a casa. Martín y Tato también. Al llegar nos pareció de lo más normal y divertido despertarte para que te unieras. Los chicos se pusieron manos a la obra, se hicieron con los complementos y disfraces necesarios para no ser reconocidos en futuras visitas, y Víctor les explicó la distribución de tu habitación y en qué consistía el plan. La conclusión es que acabaste con colchón incluido en el salón y yo llorando de la risa a tu lado.
El «niño de la casa» y de NUESTROS ojos (para qué negarlo) le cogió gusto al tema de las bromas…
– Antes de seguir, y aprovechando que le nombras tú en tu mensaje… presentemos al famoso Segis! Segismundo, un oso más grande que yo que le debe su nombre a tu afición amorosa y un poco desmesurada a Simund Freud.
– Pero yo no he sido la única fiestera aficionada a Maloneys de la casa, de eso nada. Si no recuerdo mal, hasta he llegado a pedirle a los camareros que no OS sirvieran más copas a cierto personaje y a ti… Y no digo su nombre, que no hace falta. Su mensaje ya lo dice todo: tenerme que enterar por tuenti de que mi primo está desayunando en mi propia casa con mi compañera de piso es el colmo!!
– No hablemos de la facilidad que tenemos ambas para buscarle parecidos a la gente… Creo que llegamos a LLORAR literalmente de la risa aquella tarde que empezamos a comparar a cierto chico con Iker Casillas y acabé diciéndote que yo me parecía a Giselle Bundchen. A ti no te comparé con nadie porque durante años te has ganado a pulso el reconocimiento como Melanie Griffith en su época «Armas de mujer». Esas horas cardándote el pelo, la raya verde del ojo pintada hasta para ir al gimnasio y esos modelitos que recordaban más a boda que a una reunión de trabajo, que era donde realmente ibas!!! Y ya enlazo y te recuerdo tu obsesión por la zapatería de Conde de Casal…
– Momentos también para recordar son los que nos han hecho pasar 2 de nuestros ex-compañeros… Con lo que nos gustan a ti y a mí las pelis cursis, de amor, americanadas totales o típicas de antena3 después de comer (aunque esas se le dan mejor a Bea), y que empeño le ponían Pilo y Víctor para que viéramos «cine bueno». Nunca en la vida se me olvidará cuando aceptamos ver EL PADRINO, y en la segunda película estábamos más perdidas que nada porque la habíamos empezado a la mitad, jajaja. Y las dos agobiadas porque no entendíamos quién era quién.
– Algunos mensajes no requieren ni descripción.
– Hemos vivido de todo… Mi examen de grado mientras tu informabas por tuenti de cómo iba y qué me habían preguntado. Tu máster. Primeros trabajos. Nuestros cochecitos, y hasta accidentes de o con nuestros cochecitos. Cenas de vecinos que eran los únicos que conseguían hacernos coincidir después de días, porque aún viviendo en la misma casa durante alguna época nos hemos cruzado como si estuviéramos divorciadas. Compañeros de piso más estables o itinerantes. Cambios de decoración y orden en nuestras habitaciones. Chicos que llegaban y se iban, o se quedaban generando ralladas interminables. Aventuras de esas que cuando nos contamos por la mañana nos recuerdan el famoso «nunca digas nunca». Conversaciones interminables en nuestro «sillón terapéutico» como tú lo llamas o en la cocina cada una en un lado de la mesa. Amigos comunes. Cruzarnos por el pasillo recién levantadas y no hablarnos. Neveras que hacen eco y fines de semana de limpieza exhaustiva. Crisis amistosas. Invasiones de amigos y/o familia. Fiestas de disfraces. Desahogos. Llaves que no funcionan y nos dejan en el descansillo. El incendio del piso de abajo. Cambios y préstamos de ropa. Tu firmeza en que si entra un perro en casa te vas tú, aún con gente creando grupos en facebook presionándote. Salidas nocturnas. Aprender a cocinar. Música puesta a todo trapo para oírla de una habitación a otra. Amanecer una mañana contigo en mi cama porque no podías dormir o yo en la tuya porque ya no queda ni un espacio más en toda la casa. Calcetines. Películas muy malas en el cine. Navidad. Consejos sobre sitios para salir, cenar, modelos… TORTITAS!
5 años que no cambiaba por nada del mundo. Me lo he pasado y sigo pasando PIPA contigo. Me requete-encanta tenerte como compañera de piso, y sobre todo como AMIGA. Creo que ahora mismo hay poca gente que me conozca y entienda como tú y eso es impagable!!! Hemos CRECIDO juntas y aprendido un millón de cosas, y compartirlo contigo lo hace mejor aún. «ALWAYS» 😉
Sólo me queda por decirte que: