No te ha pasado nunca que cuando acabas una relación de repente empiezas a oír a tus amigas criticar a ese chico que tanto te gustaba y te sienta como un tiro? O empiezan a relacionarlo con una historia vivida por ellas y acabas dejando de ver el parecido con la tuya? O te intentan aconsejar que hagas cosas que te parecen un disparate o completamente opuestas a lo que tú harías o realmente quieres hacer? O que te digan «tenía clarísimo que no era para ti» o «algo buenísimo te estará esperando» y pienses «sí, pero ahora duele!!»?
Son AMIGAS/OS/FAMILIA/ETC… que te quieren y quieren lo mejor para ti, y seguramente vean cosas que tú misma no eres capaz de ver, pero es que en ese momento solo necesitas desahogartee! Solo quieres hablar sin lógica, sin réplica, sin juicio… así que, robándole (o cogiéndole prestada, porque me ha dado permiso) la idea a una amiga, hoy empiezo la ASOCIACIÓN DE CORAZONES ROTOS, para contar aquellas historias que solo quieren ser escuchadas… y nada más.
Esta amiga me decía… «claro, hay asociación para alcohólicos anónimos, para adictos al juego, terapias de grupo… pero porqué no hay un sitio al que podamos ir solo a contar nuestra historia de amor y escuchar la de otros sin que nos juzguen, nos aconsejen, etc…? A lo mejor lo que te ayuda simplemente es ver que no estás solo, que más gente sufre por lo mismo que tú o ver con claridad en la historia de otros lo que no ves de la tuya.» Pues ahora sí la va a haber, aunque sea en un blog!! 😉 Los que lo leáis no empecéis a indagar o a hacer elucubraciones porque este espacio no es mío, o para mí (no son historias propias, vamos!). Este apartado va a hablar de todas esas historias de amor que acaban, o que nunca empezaron… y que sirven de consuelo y apoyo a quiénes han vivido las suyas propias y se ven identificados en alguna parte.
CAPÍTULO 1 – NUESTRO CUENTO TRISTE
De repente, en un teatro y al lado de una amiga que te pone la mano en la pierna como gesto de apoyo, te ves llorando mientras escuchas a Pedro Giménez cantar «…Soy la suma de lo que te di y de lo que tú me diste. No puedo vivir contigo ni sin ti, este es nuestro cuento triste…»
Y es que hay historias que son así. Conoces a alguien que cambia tu mundo y lo pone patas arriba, te hace ver tu vida y hasta a ti misma de una manera que desconocías y que además te encanta, y le pones toda la energía y el cariño del mundo para hacerte tan indispensable para él como él ya lo es para ti. Quieres que te admire y que descubra esas mismas cosas maravillosas de ti que tú desconocías y que crees que sólo aparecen cuando hacéis equipo. Pero un día descubres que no es así… que pese a tu dedicación y a haber vivido una historia larga, de idas y venidas, que empezó siendo amistad y se convirtió en algo llamativo a ojos de los demás aunque no supieran porqué, y que para ti era «de cuento», en realidad nunca fue tal y él está muy lejos… viviendo su propia historia. No necesariamente de amor, sino de vida… Habéis tomado rumbos distintos, y tú de forma consciente has elegido dejarle marchar porque has escuchado a esas vocecitas que te decían «te mereces algo mejor», «nunca habría funcionado» y no quieres sufrir más. ¡¡Pobre ilusa!! (resuena en tu cabeza meses después). Creías que soltando este cuento, que dejándole seguir su rumbo y empezando tú un camino nuevo sufrirías menos… Lo que no sabías es que ibas a acabar contando los días que hacía que no tenías noticias de él y preguntándote cómo hace la gente para seguir respirando cuándo les dejan… Desgraciadamente, vuelves a llorar escuchando ese «…No puedo vivir contigo, ni sin ti…»
Pero lo positivo es… que pasa!!! Un día te levantas y has dejado de contar, esa canción que te hacía llorar con desconsuelo ha pasado a encantarte y la llevas en el Ipod cuando te vas al gimnasio, y hasta eres capaz de ver que todas esas cosas buenas de ti siguen estando, son mérito tuyo y salieron a la luz cuando alguien abrió una puerta que por algún motivo tenías cerrada, pero ya existían en ti. Y aún mejor es que ya no duele, sino que te parece una historia preciosa que algún día contarás con verdadero cariño. Lo malo ha quedado atrás y has descubierto que no sólo has ganado un amigo, aprendizaje, un recuerdo bonito y anécdotas divertidas, sino que además, efectivamente hay otra persona (no mejor, sino distinta) que encajará mejor contigo o con tu momento vital y serás capaz de reconocerle porque tiene esas características que siempre te gustaron en ÉL, además de muchas otras… 😉